por José Cruz Ruiz
- Martes, 12 de Junio de 2012- Diario de Noticias de Gipuzkoa
UNA incineradora es un horno de
combustión donde entran cientos de productos y elementos químicos que se
queman como si fuera una pira de laboratorio. En esa combustión se
producen nuevos elementos químicos, nuevas partículas, cenizas,
escorias.
Muchos de los productos que entran no están filiados, no están
reconocidos. Y la mayor parte de lo que sale por las chimeneas o por la
bandeja del horno, tampoco.
Es verdad que la tecnología ha elaborado filtros para retener
partículas, para evitar dioxinas, mercurio, etc. Y también han avanzado
en lo referente a la medición de lo que se escapa por chimeneas o
cenizas. Los filtros y los controles actúan sobre los elementos que
conocen y hasta donde la tecnología les permite. Nada más
A partir de aquí, ¿es razonable decir que las incineradoras
son seguras para la población? o ¿es el sistema más saludable dentro de
lo económico y sostenible? o ¿los controles serán rigurosos y
exquisitos?
Desde este párrafo de preguntas es fácil derivar a otras más
suspicaces: ¿Europa nos lo exige? ¿Sanidad ha dado su visto bueno? ¿Por
qué hay tanto interés económico en el negocio de las basuras y en las
industrias incineradoras? ¿Y si ya reciclamos más, para qué construirlas
tan grandes y caras? ¿Seguirán apostando por el reciclaje cuando tengan
una incineradora? ¿Nos traerán basuras de otros sitios para hacerlas
rentables? ¿Qué políticos o grupos están detrás y por qué con unas
empresas concretas?… Bueno, abandono esta línea del discurso para no
mezclar argumentos. Quizás debería lanzar estas otras preguntas, menos
anti-sistema: ¿qué hay de verdad en eso de la toxicidad? ¿por qué no hay
más deformidades o cánceres en sitios con incineradoras modernas
-Bilbao, Tarragona…-? ¿La solución es un puerta a puerta tan sucio y horrible?
La pelea política y mediática con las basuras nos está
generando a los ciudadanos guipuzcoanos las mismas sensaciones de
hartazgo que nos supone oír todos los días hablar de la prima de riesgo o
de Bankia. Y en ese debate parecen olvidados los fundamentos reales o
vitales de por qué tanto miedo o rechazo a la incineración. Vamos a
resumirlo:
1. Los elementos "conocidos" generados por la incineración de
las basuras son tóxicos patógenos. Las enfermedades asociadas no son
solo cánceres o deformidades fetales, sino que también son enfermedades
pulmonares y cardiacas, malestar en muchas variantes, alteraciones del
sueño, jaquecas, asma, alteraciones endocrinas, descompensación de
cuadros crónicos…
2. No solo son importantes las dioxinas y furanos; tanta o más
importancia tienen las micropartículas (las PM 2,5) las que pasan todos
los filtros, incluso los pulmonares, y llegan al nivel celular con la
carga de elementos generados -conocidos y desconocido- por la combustión
3. Los estudios más recientes sobre el efecto en la población
de las emisiones de incineradoras de basuras demuestran variedad de
patologías y síntomas. Estos estudios se refieren a Incineradoras de los
años 70 y principios de los 80. Los pocos que van apareciendo con
referencias a incineradoras más modernas, de los años 80, 90 y 2000,
según Dirección de Salud del Gobierno Vasco, cuando hablan de incidencia
de enfermedades, no son válidos porque "aún no ha pasado el tiempo
suficiente de latencia".
También, por esa razón, el Director de Salud proponía la
vigilancia (analíticas y pruebas complementarias) de la población
residente en proximidad a la incineradora
4. El Simposium sobre "Salud e Incineración de Residuos" que
se organizó en el Colegio de Médicos de Gipuzkoa concluyó afirmando que
es un riesgo para la salud la Incineración de Residuos. Que los filtros,
mejores o peores, solo retrasarán la acumulación de tóxicos (como
sucede con el tabaco light o no light) pero derivan en las mismas
patologías. Que los individuos más sensibles a la contaminación son los
niños (por la relación dosis/peso y por el tiempo que soportarán la
acumulación de tóxicos) y las personas mayores (por sus enfermedades
crónicas y debilitamiento de defensas).
Cada punto de este artículo está documentado y bibliografiado.
Pero… ¿y que hacemos con las basuras?
No soy yo el indicado para contestar pero se que hay opciones simples, razonables, baratas, estéticas y eficaces:
a) El puerta a puerta, sin columnas de cubos, como se hacía antes, en horarios concretos,. Primando la colaboración ciudadana.
b) Una separación de la basura en solo dos fracciones o bolsas
(lo orgánico, y lo seco). Y desde ahí la derivación a centros de
compostaje y de reciclado.
c) Una bolsa única, con Centros de Tratamiento de la basura:
donde se separarían todas las partes (esto crearía puestos de trabajo
para seleccionar y limpiar -con aguas de depuradora- hasta obtener los
productos perfectos) Luego, todo se compostará y se reciclará.
El famoso resto o fracción que no se reutiliza, se podrá
comprimir e inertizar. Ya no hará falta incinerarlo… y más si a la
industria se le exige la producción con elementos siempre reutilizables.
Y en frente, la otra alternativa, el gasto en una incineradora que puede quemar todos los problemas.
La podrán enterrar en el terreno, podrán "revalorizar" allí en
energía hasta los movimientos de las manos, y podrán hacer las maquetas
sin chimeneas con lagos y arboles a su alrededor, …. Pero seguirá
siendo un horno de quemado de basuras, que no es inocuo (o, perdón,
quizás sí lo sea si vives, por ejemplo, en la calle San Martín).
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